domingo, 7 de abril de 2019

TITICACA: UNA LEYENDA DE AMOR


Hace mucho tiempo, en aquella era mitológica, había un hermoso palacio de radiantes cristales de roca en lo más profundo del Océano Pacífico. Allí vivía Icaca, una hermosa mujer quien era hija del Rey Neptuno y de las Aguas.
Ciertas noches de tempestad, donde el Dios de los Mares desencadenaba los más terribles y temibles  vientos que agitaba las olas del Océano, Icaca escapaba de su palacio para navegar hasta lo más alto de las ag
uas: se sentaba en unas rocas de una pequeña isla para contemplar, con aquellos divinos ojos azules, el gran suceso y empezaba a salir melodiosas sonidos musicales de tan frágiles labios…Todos los habitantes del mar se asomaban a la superficie para deleitar sus oídos con aquellos cantos que Icaca brindaba.
Una de las tantas veces que Icaca se encontraba en esta situación, una embarcación se destruyó ante sus ojos, quedando totalmente destruida. Apareció un apuesto joven que luchaba contra las gigantes las, apresurada Icaca fue a salvarlo tomándole de la mano. Tito, el joven víctima de la tragedia de los mares, admiró a su heroica y bellísima salvadora y se atrevió a ofrecerle su corazón, que ella aceptó, ya que ambos se habían quedado profundamente enamorados.

A la voz de Icaca, un millón de castores cargados de maderas acudieron a este lugar con aura de amor y muy apresurados, construyeron una habitación destinada a ser la nueva casa de Tito. Donde Icaca visitaba constantemente.
Pasaron 3 años de este venturoso amor, pero Diana la Diosa de la Noche, envidiosa de tan perduro amor, dirigió a Neptuno, el padre de Icaca, a este lugar, quien observó de lejos a dos amantes abrazados el uno del otro. Totalmente furioso lanzó a Icaca y Tito a lo más lejano de su imperio, estos atravesaron la atmosfera, yendo a caer en el centro de la América del Sur, exactamente a las faldas del Illimani y del Illampu.
Tito, que era mortal, se ahogó en las alturas del espacio por donde atravesaron, Icaca inconsolable, convirtió a su amado Tito en una colina y ella, deshaciéndose en llanto, se convirtió en un inmenso lago que rodeaba las colinas y haciendo de ella una isla.
Los nombres unidos de ambos desventurados amantes formaron el "Titicaca", que tiene el lago y la isla.

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