Antiguamente en algunas culturas de Bolivia; cuando una
persona moría, se las enterraba en pequeñas casetas, construidas de adobe o
piedra, en posición fetal amarrados, rodeado de ofrendas, a algunos les sacaban
los órganos internos por la nariz; para su lenta desintegración; es por eso que
en algunos museos se conserva a momias antiguas.
Son conocidas como chullpas, en otros lugares con el pasar
de los años éstas quedaron bajo tierra. En el altiplano se tiene la creencia de
que cuando una persona se cruza en su sitio o irrumpe su tumba, estas se
enferman; a los pocos días le brotan ampollas en alguna parte del cuerpo, la
cual se inflama y se llena de pus que al reventarlo contiene pequeños huesecillos,
parece sanar a los pocos días; pero vuelen a brotar en el mismo lugar, este mal
es incurable con medicamentos.
La única solución es llamar a un Chamakani “curandero de la
oscuridad” como lo dice su nombre este inicia su sesión en un cuarto oscuro con
la persona afectada y otras que lo acompañan, invoca a distintos espíritus de
la madre naturaleza para que intercedan por el enfermo; incluso invoca a la
chullpa, que en vida fue una persona,
ahora su espíritu busca almas. Se da un dura discusión entre los entes, incluso
hay golpes que se escuchan en medio de la oscuridad, se da hasta lograr su
objetivo, hacer que la chullpa deje de atormentar el alma del enfermo.
Quien no se da cuenta de que tiene este mal, muere
lentamente hasta que la infección avance, le llegue al corazón y así acaba con
su vida.
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